MADRID, 21 Jun. (EUROPA PRESS - Israel Arias) -
Hace dos décadas, el 17 de junio de 2005, llegaba a los cines españoles Batman Begins. La primera entrega de la trilogía con la que Christopher Nolan marcaría un punto de inflexión en un por entonces no tan trillado cine de superhéroes fue recibida con cierta desgana y escepticismo por unos fans que ya habían visto cómo uno de los iconos de DC Comics había sido maltratado hasta el ridículo. Pero, a pesar del recelo inicial, la remontada del cruzado enmascarado fue como le gusta a Nolan que sea el cine... épica.
El gran detective de DC venía de su punto más bajo, al menos en la gran pantalla. Una vejación que cristalizó de la forma más lacerante e irrisoria en los batpezones que lució el por entonces estrellón de moda George Clooney, que se descalabró estrepitosamente con Batman y Robin. La película dirigida en 1997 por Joel Schumacher, cuyo guión firmó Akiva Goldsman, fue vapuleada por público y crítica. Tan sonoro fue el batacazo que, aunque Schumacher tenía ya en camino otra película sobre el personaje de DC -un primer borrador de un guion estaba ya casi completo bajo el título de Batman Unchained-, pronto se hizo evidente que saldría de la franquicia.
Pero antes de que Nolan corriera al rescate de El caballero oscuro y Christian Bale se enfundara el traje del hombre murciélago, varios fueron los proyectos que Warner Bros. tuvo encima de la mesa para relanzar a Bruce Wayne en el cine. Y algunos estuvieron muy, muy cerca de hacerse realidad.
Desde junio de 1997, cuando se estrenó la película de Schumacher, hasta el lanzamiento de Batman Begins en ese mismo mes de 2005, pasó casi una década en la que muchas tramas y muchos nombres de directores, guionistas y actores estuvieron encima de la mesa del estudio tenedor de los derechos cinematográficos de los personajes de DC. Frank Miller, Darren Aronofsky o Wolfgang Petersen fueron algunos de los cineastas que sonaron con fuerza para capitanear el nuevo reinicio de Batman en el cine, hasta que en 2003 el estudio finalmente se decidió por la visión de Nolan.
El joven director británico, que ya había demostrado su gran potencial en la genial Memento y el thriller Insomnio, su primera película con Warner, se asoció con David S. Goyer -guionista de la trilogía Blade y de filmes como El Cuervo: Ciudad de ángeles o Dark City- para devolver al personaje creado por Bob Kane y Bill Finger al lugar que le pertenecía.
BALE Y LAS CONSTANTES DE NOLAN
Con un hipertrofiado Bale -que venía de quedarse literalmente en los huesos para inquietar en El Maquinista y que tuvo que ganar bastantes kilos de músculo para llenar el traje de Batman- al frente del reparto, Nolan armó un elenco en el que destacaban nombres muy potentes por aquel entonces como Liam Neeson, que daba vida al mentor y villano Henri Ducard/Ra's Al Ghul, y la mediática Katie Holmes como Rachel Dawes, el interés amoroso del protagonista.
Y para apuntalar la nómina principal del filme, el cineasta también se arropó de figuras como Michael Caine (Alfred), Cillian Murphy (el Espantapájaros), Gary Oldman (comisario Jim Gordon) o Morgan Freeman (Lucius Fox). Nombres que, como Penny para Desmond en Perdidos, se convertirían en constantes dentro del cine del realizador británico.
Con un guion ultrasecreto (cuenta la leyenda que no quiso fotocopiarlo para los directivos de Warner, que tuvieron que ir a leerlo al garaje donde Nolan trabajaba en el libreto junto a Goyer y en los bocetos y maquetas del filme junto al diseñador de producción Nathan Crowley) e inspirado libremente en varias de las obras clave del vasto acervo comiquero del héroe de DC como Batman: Año Uno, El hombre que cae o El largo Halloween, Batman Begins fue una historia de orígenes mucho más madura, oscura y emocionalmente creíble de lo que era la norma en el salto de las grapas a la pantalla.
Ese tono más grave y crudo, elevado por aquella barbaridad compuesta por Hans Zimmer, marcaba las más de dos horas de metraje de la película, un artefacto perfectamente engrasado tan funcional como el nuevo traje del héroe y que, como haría Lucius con la armadura de Bruce Wayne en El caballero oscuro, sería mejorado en la continuación.
Entre las muchas fortalezas de este primer filme destacaban sus contadas pero potentísimas secuencias de acción (la última de las 'set-pieces' es simplemente monumental), la fotografía de Wally Pfister, que se alejaba del estilo barroco y fantástico de películas anteriores y fue capaz de convertir los rascacielos de Chicago en Gotham, y una iconografía elegante que estaba cuidada al detalle y, lo más importante, explicada.
Así, la trilogía de Nolan es el único lugar del multiverso en el que el hecho de que un multimillonario se disfrace de rata voladora y salga a repartir mamporros cuando cae el sol no solo resulta mínimamente razonable... sino que incluso es lógico, justo y necesario. Realismo, realismo y realismo. Ese era el mantra que el británico repitió en todas y cada una de las muchas entrevistas de la gira promocional.
NO FUE UN TAQUILLAZO
Y aunque la taquilla de Batman Begins fue discreta, poco más de 370 millones de dólares que la situaron como la décima película en un ranking encabezado por los 900 millones de Star Wars: La venganza de los Sith y Harry Potter y el cáliz de fuego, lo cierto es que la crítica respondió muy positivamente, al igual que el público que volvió a ver en Batman una figura referencial en el juego de las capas y las mallas (funcional armadura, en este caso).
Con el viento ya soplando de nuevo a favor del cruzado enmascarado, luego llegaron El caballero oscuro (2008) y El caballero oscuro: La leyenda renace (2012). La segunda entrega es, para no pocos fans, la mejor película de superhéroes de la historia y la tercera, una digna culminación a la aclamada trilogía, aunque, sin duda, la más divisiva de las tres.
Y es que una saga tan épica y sólida reclamaba un cierre más rotundo... pero Nolan no quiso, no se atrevió o no lo dejaron, por lo que pudiera pasar en el futuro, matar al murciélago. Solo lo simuló dejando abierta la puerta a una cuarta entrega que, 20 años después del arranque de la trilogía, parece ya más que improbable.
Entre las tres recaudaron casi 2.500 millones de dólares y con ellas Nolan logró alzarse como el gran paladín del blockbuster de autor. Un estatus que apuntalaría en aquellos años con El truco final (El prestigio), Origen o Interstellar, los títulos que siguieron a cada uno de los filmes que componen la trilogía que redefinió la forma de concebir y ejecutar el cine de superhéroes.