MADRID 21 Abr. (EUROPA PRESS) -
El exministro británico Dominic Raab, que ha dimitido este viernes como 'número dos' del Gobierno y ocupó durante dos años la cartera de Exteriores, ha reconocido las tensiones internas durante las negociaciones con España en relación a Gibraltar y ha asegurado que uno de los principales negociadores de Reino Unido llegó a "poner en peligro la soberanía" del Peñón.
Raab, señalado en una investigación por acoso laboral y hasta este viernes ministro de Justicia, se ha defendido de quienes le acusan de excederse con sus propios compañeros, primero en una carta remitida al jefe del Gobierno, Rishi Sunak, y luego en una tribuna publicada en el 'Daily Telegraph' en la que argumenta el porqué de algunas de sus actuaciones.
En este sentido, ha explicado en la carta que un ministro debe poder ser crítico con sus subalternos y ejercer una "supervisión directa" cuando hay situaciones relevantes, como ocurrió en su caso "en las negociaciones del Brexit sobre Gibraltar, cuando un alto diplomático rompió el mandato acordado por el Gabinete", sin entrar en más detalles.
Raab sí ha confirmado en su artículo en el 'Telegraph' que realizó "cambios de personal" en un momento clave de las negociaciones con España en relación a Gibraltar. "Descubrí que un negociador clave se había excedido en el mandato democrático fijado por el Gobierno, poniendo en riesgo la soberanía de Reino Unido", ha afirmado el antiguo jefe de la diplomacia británica.
El cambio, ha añadido, no implicó perjuicio a largo plazo y, de hecho Raab, considera que fue "esencial" para que se firmase el conocido como Acuerdo de Nochevieja, que el 31 de diciembre de 2020 estableció un primer marco regulador en torno a Gibraltar apenas unas horas antes de que venciese el plazo fijado por el Brexit. La posibilidad de que no hubiese acuerdo estuvo "peligrosamente cerca", ha admitido el exministro.
Raab ha lamentado que, pese a estas explicaciones, el responsable de investigar las acusaciones de acoso vertidas contra él señalase que había abusado de su posición en relación a este negociador. "No concluyó que fuese intencionado, un requisito legal dentro de la definición de acoso. Nadie cuestionó mi conducta en ese momento y no hubo queja alguna hasta dos años y medio más tarde", ha matizado.
El exministro de Exteriores ha defendido que, al margen de críticas o presiones, nunca traspasó ningún límite: "Nunca insulté o grité a funcionarios, ni mucho menos les amenacé, ataqué o lancé nada contra ellos". De hecho, teme que haber puesto el listo "demasiado bajo" en cuanto a las acusaciones que pueden prosperar puede sentar un "peligroso precedente" y dar pie a demandas sin fundamento contra altos cargos.